Archivo de la categoría: Ética

Conceptos sobre el periodismo de Alan Rusbridger

El diario El País de España entrevistó a Alan Rusbridger, quien ya hoy es el mítico director de The Guardian que convirtió al medio inglés en uno de impacto global en base a su acertada estrategia en el campo digital. Hoy es un general que dejó los campos de batalla para recluirse en el Reuters Institute for the Study of Journalism de la Universidad de Oxford y ensar la guerra desde allí. En la entrevista, Rusbridger señala conceptos a tener en cuenta por los periodistas, los centros de formación y los estudiantes de periodistas. Aquí vamos:

«Siempre me he sentido periodista. Me encantan las redacciones, la comunidad de periodistas. Sí que me he sentido extraño alguna vez siendo director. Te conviertes en una figura pública. A veces me quedaba un poco desubicado porque no escogí dedicarme al periodismo para convertirme en una figura pública

«Cada vez más me pregunto, según va desapareciendo el modelo de negocio de cierto periodismo, ¿cómo justificamos lo que hacemos?»

«Mientras tengas el convencimiento de que es de interés público, eso puede que tenga más peso que el dolor o el mal causado a ciertas personas. Detesto el periodismo que hace daño a las personas como quien no quiere la cosa, donde hay hostigamiento y crueldad

«Antes de la gran competencia que nos planteaba Internet era consciente del poder enorme que tenemos los periodistas. Es estupendo poseer ese poder, pero solo si nos tomamos en serio lo de comportarnos de manera ética y responsable

«Una de las cosas que debemos hacer es comportarnos de manera ética, decir la verdad, diferenciar entre lo que es verdad, lo que son los hechos, y lo que son meros comentarios. No hay que invadir la privacidad de la gente salvo que tengamos que hacerlo porque sea de interés público. Hay que rectificar cuando publiquemos algo erróneo

«Hay muchas formas diferentes de periodismo y resulta difícil definir el oficio. The Sun es periodismo, como la BBC, Fox News o The New York Times… Pero son ideas muy diferentes de periodismo

«En el sentido más básico, el periodismo consiste en publicar cosas que son ciertas, cosas que son importantes para la vida de las personas. Se trata de establecer una base factual para que la sociedad pueda conversar, porque de lo contrario no podrá funcionar

«Pero luego tenemos el periodismo de investigación, donde no te limitas a ser testigo, tomas parte de manera activa, quieres explotar un tema, desafiar lo que se acepta convencionalmente. Y ahí nos hallamos ante una versión aún más profunda del periodismo. Quizá la variante más amenazada porque es la más cara.»

«Pienso que el periodismo en su mejor versión es fantástico e Internet puede ser basura. Pero en ocasiones puede ser maravilloso, incluso mejor que el periodismo. Veo demasiados periodistas que adoptan el discurso de que ‘somos cirujanos cardiacos, somos cirujanos del cerebro, tenemos capacidades únicas e Internet está plagado de mentirosos, de ladrones’. Si te crees eso, te estás engañando

«En las redes sociales encuentro gente que está hablando de esos temas de forma concienzuda, se dicen cosas interesantes, incluso con mayor profundidad de lo que encuentro en muchos periódicos…»

«Internet nos educa, amplía nuestros horizontes, nos desafía, nos obliga a escuchar mejor, a prestar atención a personas que nunca tuvieron la oportunidad de expresarse. Internet nos hace muchas cosas. Unas buenas y otras malas

«Personalmente, soy de la opinión de que la sociedad siempre necesitará periodistas. No hace falta formarse durante siete años antes de empezar. Pero es más difícil de lo que mucha gente cree. Los mejores periodistas están capacitados para trabajar rápidamente, con precisión, abarcando temas de modo exhaustivo. En la sociedad vemos lo que supone vivir en un mundo de caos informativo, nos rodea, y está derivando en una especie de política populista que afecta a gente con poca capacidad de atención o incapaz de discernir una fuente buena de una mala. Se levanta uno y dice: ‘Esto es lo que siento’. La emoción está superando a la razón en el mundo. Los políticos que tienen éxito son los que saben apelar a las emociones

«Tenemos que plantearnos si queremos un mundo de hechos para contrarrestar el mundo basado en las emociones, que es un mundo peligroso. Y si deseamos un mundo de hechos, necesitaremos periodistas

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El ataque a medios y periodistas en nuevos contextos

Nuevos vinos en viejos odres, dice un refrán popular que remite a una de las parábolas de Jesús en el Nuevo Testamento. En Londres se realizó una conferencia denominada Global Conference for Media Freedom, que contó con el apoyo y organización de los gobiernos de Gran Bretaña y Canadá. La agenda de la misma apuntó a consolidar dos objetivos concretos. El primero fue redactar una declaración sobre libertad de prensa y de protección de la actividad periodística denominada Compromiso global sobre libertad para los medios (Global pledge on media freedom) para que sea firmada por la mayor cantidad de gobiernos y personalidades políticas, económicas, sociales y culturales posibles al estilo de la Declaración de Chapultepec impulsada por la Organización de Estados Americanos (OEA) a partir de 1994. La Argentina fue uno de los países que firmó el documento Global pledge on media freedom. El segundo, fue el lanzamiento de un fondo de apoyo para prevenir e impedir ataques a los periodistas y a los medios (Global Media Defence Fund), así como generar una red de organizaciones que puedan salir en ayuda de los medios y periodistas en caso de ataques centralmente desde los gobiernos que descreen del accionar de medios autónomos del poder político e impedir así la impunidad sobre delitos cometidos contra medios y periodistas. ¿Cuál es el motivo de esta convocatoria hoy? Existe una oleada de políticos y gobiernos de corte no liberal o antiliberal que afecta a países europeos, como es el caso paradigmático de Viktor Orbán en Hungría, pero que podría extenderse a países centrales como Francia via el partido Rassemblement National  de Marine Le Pen o la propia Italia de Matteo Salvini. A esto se suman el poco respeto o inexistencia de medios autónomos y críticos en países de gran relevancia en la esfera internacional como lo son China, Rusia, India y el Brasil  de Jair Bolsonaro, quienes conforman junto a Sudáfrica el grupo BRICS. El precedente que inquieta hoy es el retroceso de la democracia liberal a escala global, fenómeno asociado al relegamiento de la concepción del periodismo como instrumento para ejercer accountability o monitoreo sobre las acciones que tienen impacto sobre lo público. Un horizonte considerado es la posibilidad de una reformulación del así llamado Nuevo Orden Mundial de la Información y la Comunicación (NWICO) desarrollado en el ámbito de la UNESCO a principios de los 1980s, también conocido como Informe MacBride. El mismo suponía un severo custionamiento al modelo liberal de medios privados propio del modelo norteamericano de prensa. Este documento motivó la salida de Estados Unidos de la UNESCO en 1984. Gran Bretaña acompañó la salida de su aliado. Luego de la Caída del Muro de Berlín y de la Unión Soviética, la UNESCO inició esfuerzos para el retorno de Estados Unidos a la agencia dependiente de Naciones Unidas, tarea desarrollada por el secretario general del organismo, Federico Mayor Zaragoza. El objetivo fue logrado en el año 2003 – Estados Unidos volvió a salir del organismo a partir de 2019 ya que considera a la agencia como antiisraelí -. El cambió de dirección en la UNESCO se percibió de un modo claro a partir de la Declaración de Windhoek de 1991 y de la instauración del 3 de mayo como Día Mundial de la Libertad de Prensa. El escenario de riesgo que se ve hoy en día, ya en un mundo GAFAM, es una reformulación del Informe MacBride a partir de una coalición de regímenes antiliberales cuya finalidad sea sofocar miradas no condescendientes con el poder político. Es de destacar que en este caso el propio Estados Unidos no sea parte de la iniciativa, ya que la administración de Donald Trump no tiene entre sus lineamientos el respeto por un periodismo crítico. En este sentido, hubo chispazos por parte de los canadienses, ya que medios y periodistas del país promovieron a último momento un boicot de la actividad debido que el gobierno canadiense no autorizó la presencia de dos periodistas de medios conservadores. En todos lados se cuecen habas.

Un panel bajo el lema Defender la libertad de medios (Defend Media Freedom)

¿Cuán públicos deben ser los informes internos de una emisora pública? El caso de la alemana ARD sobre el tapete

La cadena alemana ARD (Arbeitsgemeinschaft der öffentlich-rechtlichen Rundfunkanstalten der Bundesrepublik Deutschland) es el congomerado de medios públicos más importante de Europa. Reúne a las diferentes emisoras audiovisuales nacionales y regionales de Alemania, inclusive a la Deutsche Welle, la emisora de radio y televisión internacional de prestigio en el exterior. Es necesario remarcar que la ARD es un gran conglomerado de medios de corte público: no es ni gubernamental ni estatal. Por público se entiende que lo político partidario es un aspecto marginal de la estructura de los mediospúblicos alemanes ya que priman los actores sociales (cámaras empresarias, sindicatos, asociaciones intermedias, cultos religiosos, representantes de la cultura, univeridades y grupos sociales minoritarios, etc.) en sus asambleas y boards de dirección. El tema que ha generado un debate hoy en Alemania es que un sitio online publicó un paper de trabajo o informe reservado acerca de cómo encarar el contenido de la ARD. El informe se denomina «Framing manual. Unser gemeinsamer, freier Rundfunk ARD» («Manual de encuadre (Framing). Nuestra comunitaria y libre emisora ARD»)  y fue escrito por el Berkeley International Framing Institute. Los medios en Alemania han sido víctimas de ataques en los últimos meses por sectores extremos de la vida social. Han asomado nuevamente calificativos despectivos como «Lügenpresse» («prensa embustera»), «Steigbügel der Politik» («estribos de la política»), «Krake mit Wasserkopf» («pulpo con hidrocefalia»), «Demokratiegefährder» («atentatorios de la democracia»), algunos  presentes tanto en el pasado orden conservador imperial como en el período nazi. Las críticas cuestionan el enorme costo de los medios públicos y de los sueldos que allí se pagan para difundir un discurso elitista y sin utilidad práctica. Hay que recordar que los medios públicos alemanes se financian mediante un cánon ciudadano. El trabajo sugiere varios caminos desde el punto de vista semántico para modificar el discurso de los contenidos de las emisoras fundados en el framing, que a su vez se sustenta en disciplinas que hacen al proceso cognitivo. como un punto destacable, el informe destaca la diferencia entre una cadena pública y un medio privado fundado en la dimensión moral que hace a la primera.  desde el punto de vista práctico, por caso, el mencionar el término «sal» desde lo neurológico cognitivo automáticamente dispara sentimientos, sabores, asociaciones con comidas, e incluso paisajes o enfermedades (hipertensión). Por caso, el informe recomienda no usar los términos «Publikum» («público/s») o «Zuschauer» («espectadores») ya que remite a una concepción comercial y pasiva de quienes participan del proceso comunicativo. Este tipo de términos no condecirían con una emisora libre, común y abierta («Offen«) como debe posicionarse la ARD. Ahora bien, el gran cuestionamiento que asomó en Alemania es que este infomre fue reservado y no fue público, lo cual, por un lado, afectó los fundamentos a partir de lo cual debe ser una emisora pública; por otro, y de modo coyuntural, contradice las propias sugerencias que el informe propone. Un tercer factor desafiante fue que esto lo hizo manifiesto un sitio online de una ONG que pretende apoyar a la transparencia en la vida pública como es Netzpolitik.org. Esto es, no lo hizo aquella institución que debiera hacerlo como es el medio público. Al poner al descubierto este paper generó un escándalo. Algunos medios hablaron de este documento como un instrumento de lavado de cerebro («Gehirnwäsche») destinado a manipular a la opinión pública. La ARD a través de su secretaria general, Dra. Susanne Pfabdebió hacer explicito el documento y justificar por qué se lo realizó, ahora sí de modo abierto. El acontecimiento muestra una vez más las dificultades que tiene un medio de comunicación para comunicar aquello que hace a su actividad e intereses como organización. Esto se acentúa en el caso de los medios públicos. Este suceso que afectó a la ARD lo vuelve a mostrar.

Claas Relotius: el nombre que socava la credibilidad del periodismo alemán

El periodismo está siendo sacudido por un escándalo más sobre falsificación de notas periodísticas, esta vez en Alemania.  El caso del fraude del periodista de Der Spiegel Claas Relotius es de una magnitud importante, por no decir grave. La revista semanal de Hamburgo es una de las publicaciones más influyentes – quizás la más – del principal país de Europa. Es muy probable que si esto hubiera sucedido en Le Monde, The Economist o El País, la reacción hubiese sido radicalmente diferente en la Argentina; por el contrario, el impacto fue bajo. Relotius recibió en 2014 el premio CNN al mejor periodista en idioma alemán; en el año 2017 fue premiado por el European Press Prize. A principios de diciembre, Relotius obtuvo el premio a la mejor nota, distinción ootorgada por el Reporter Forum, una organización integrada por periodistas (un equivalente a FOPEA).

Relotius al recibir un premio de la CNN

El caso Relotius generó una protesta del embajador norteamericano en Alemania, quien acusó a Der Spiegel de tener una actitud antinorteamericana a raíz de las notas publicadas por el periodista. Las sospechas saltaron  a partir de una serie de crónicas sobre los migrantes en la frontera entre México y Estados Unidos. Juan Moreno, quien coescribió con Relotius estas crónicas para Der Spiegel se percató que no podía haber realizado ciertas entrevistas por no haberse hallado en el lugar donde debiera haber estado. Der Spiegel saltó a la fama mundial luego que en 1962 revelara documentos confidenciales que consignaban que la defensa alemana no podía hacer frente a un ataque por parte de las fuerzas del Pacto de Varsovia. El periodista Conrad Ahlers y el editor Rudolf Augstein fueron detenidos acusados de alta traición. Para colmo, esto sucedió en paralelo a la Crisis de los misiles de Cuba, el evento en la Guerra Fría que más cerca estuvo de iniciar un conflicto nuclear. La reacción en la opinión pública marcó un quiebre en Alemania la relación entre la prensa y el gobierno. El ministro de defensa, Franz-Josef Strauss, líder del partido conservador Unión Social Cristiana (CSU), la versión bávara de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) de Konrad Adenauer, tuvo que presentar la renuncia.El llamado Der Spiegel Affair afectó severamente la confianza en el gobierno de Adenauer. Al año, el canciller federal tuvo que dimitir. Sin dudas, el caso de Der Spiegel fue un antecedente alemán de los Pentagon Papers y del Caso Watergate en Estados Unidos. Fue también un precedente del Affair Profumo que estalló en Gran Bretaña en 1963. El caso Relotius pone sobre el tapete nuevamente cuáles son las fronteras del periodismo, así como la importancia de la dimensión ética de la profesión. en tiempos de las llamadas fake news y de la posverdad, este escándalo deja muy mal parado a los medios que se proyectan sobre lo público anclados en una tradición fundada en el periodismo de investigación y en prácticas profesionales consistentes . La revista Der Spiegel tuvo que sacar una edición donde la tapa y el grueso de los artículos estuvo dedicada al caso.

«Decir, lo que es. En asunto propio: cómo uno de nuestros periodistas falseó sus crónicas y por qué lo pudo lograr».

Jimmy Wales promete revolucionar el periodismo con WikiTRIBUNE

Jimmy Wales, el fundador de Wikipedia, lanza ahora WikiTRIBUNE, un servicio de noticias online creado para acabar con la difusión de noticias falsas o «fake news«. La nueva plataforma seguirá los principios de Wikipedia: será gratuito, de espíritu colaborativo, y se financiará con donaciones y no con publicidad. Los ingresos se realizarán mediante el crowdsourcing o aportes colectivos. WikiTRIBUNE permitirá que escriban tanto periodistas profesionales, que recibirán un sueldo, como personas comunes, lo cual supone incursionar en el periodismo ciudadano donde el público es también un editor. Todo dato publicado deberá ser acompañado por la fuente. El público podrá corregir o ampliar los artículos publicados, previa evaluación por parte de un equipo de profesionales y voluntarios que chequearán los cambios. La plataforma contará con un grupo de consejeros entre los cuales se destacan Guy Kawasaki, Jeff Jarvis y Lawrence Lessig. La primera publicación estará en inglés y destinada al público de Estados Unidos. En función de los resultados se evaluará su ampliación a otros idiomas. El proyecto WikiTRIBUNE asoma como el más interesante en el campo del periodismo desde el lanzamiento de The Huffington Post.

Jimmy Wales replicará el modelo de Wikipedia en WikiTRIBUNE

Datos, comunidad y periodistas: los pilares de WikiTRIBUNE

Estado del periodismo en América Latina

La Konrad Adenauer Stiftung publicó un nuevo trabajo sobre el periodismo, esta vez, de América Latina. Este libro reciente lleva el título de «El periodismo por los periodistas. Perfiles profesionales en las democracias de América Latina» y fue editado por Adriana Amado, cuenta con el prólogo de Silvio Waisbord y se funda en los resultados del grupo internacional de investigación Worlds of Journalism. Los países incluidos en este libro son Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Chile, Ecuador, El Salvador, México y Venezuela. Se entrevistaron 2789 periodistas entre el año 2103 y el 2015. El promedio de edad del periodista es de 35 años y el 60% son hombres. El 71% cuenta con títlo universitario al menos de grado. El 88% trabaja en medios «tradicionales», mientras que el 13% lo hace en medios online. El 85% trabaja en medios privados y sólo el 29% tiene membresía en alguna asociación profesional. El 68% considera que tiene libertad para escribir las noticias. A continuación, tablas con algunos datos agrupados.

Expertos en redes: el ágora ateniense, fue

Internet y las redes sociales no serán un ágora idealizado para el libre debate de ideas y la libertad de expresión. Por el contrario, los trolls seguirán intoxicando los espacios, así como el discurso que incita al odio y la violencia. Este es el resultado de una investigación de corte cualitativo desarrollado por Pew Research denominada «The Future of Free Speech, Trolls, Anonimity and Fak News Online«.Una democracia deliberativa está lejos de ser un escenario probable a futuro según la visión de los pensadores y actores del mundo virtual consultados para el trabajo. Algunas conclusiones de la investigación son las siguientes: los trolls y quienes promueven y esparcen el odio son anteriores a Internet y seguirán existiendo; el anonimato en las redes favorece este tipo de acciones; la ráoida expansión de los contenidos en Internet hace difícil el control del discurso agresivo; las compañías teconológicas tienen pocos incentivos para controlar discursos que promueven odio y agresiones; los medios tradicionales han perdido importancia y, en algunos casos, no actúan para evitar este tipo de discurso destructivo; es limitada la posibilidad de encontrar moderadores fundados en inteligencia artificial que promueven un diálogo constructivo en las redes y  bloqueen el destructivo; los trolls pueden saltear cualquier espacio amigable posible; existirá mayor presión para que el Estado actúe y castigue al discurso agresivo y violento; una mayor intervención del Estado podría suponer una restricción a libertad de expresión; la polarización en las redes continuará producto de una compartimentalización ideológica. Algunas de las personalidades consultadas fueron Vint Cerf, Cory Doctorow, Kate Crawford, Marina Gorbis, Richard Stallman, Amy Webb, Jeff Jarvis, David Weinberger, Jamais Cascio y Stephen Downes. Una porción significativa de los entrevistados preirió mantener el anonimato.

Tapa de la revista Time del 18 de agosto de 2016

«Fake News/Noticias Truchas»: su probable desembarco en un año electoral

La victoria del republicano Donald Trump en las elecciones presidenciales estadounidenses arrastró como un dato sobresaliente la existencia de las llamadas «fake news» o noticias falsas. Supuestamente, la proliferación de estas «fake news» en las redes sociales por parte de los republicanos  – o de un sector duro de ellos – tenía como finalidad esparcir noticias que desprestigiaban a los candidatos demócratas, a figuras del ideario progresista («liberal«), o bien a los «blancos» del discurso de Trump (hispanos, musulmanes, etc.). El sitio de noticias que estuvo – y está en el tapete – es Breitbart News, el mascarón comunicativo del sector denominado «derecha alternativa» (Alternative Right o Alt Right). Mucho se ha escrito sobre el tema. Desde el momento que la proliferación de estas noticias falsas afectan las condiciones en que un ciudadano toma sus decisiones en el contexto de una sociedad democrática, se ha intentado subsanar el problema. Una de las vertientes es identificar a las así denominadas «fake news«. Así, un visión «optimista» asume que hay pasos para tratar de chequear si la noticia es creíble: que el medio sea reconocido por su calidad periodística, que figure el nombre del autor del artículo, si la calidad del dieño de la página online es sólida, si hay perspectivas contrapuestas en el artículo, por citar algunos recomendables. Otra vertiente «optimista», pero de caracter activo plantea minar de base la economía de los sitios de noticias falsas. Una estrategia para ello es hacer capturas de pantalla donde el banner del anunciante esté junto a la noticia falsa, preferentemente donde el margen de duda de incitación al odio sea mínimo; luego, enviarla imagen de la empresa o difundirla por redes sociales cosa que afecte el valor de marca de la misma. Esto supone un grado de activismo no menor en el cual difícilmente ingrese el ciudadano corriente. En Estados Unidos lo realiza el grupo activista Sleeping Giants. Las versiones «pesimistas» pasan por considerar que el supuesto iluminista de una sociedad democrática que permita la emancipación de sus ciudadanos a la Jürgen Habermas, es sólamente considerable en el plano normativo, pero que es extremadamente improbale de ser reconocible en una sociedad done los grupos se apretujan entre sí para imponer al juego mazos de cartas marcadas. Esta perspectiva plantea si hemos llegado al fin del periodismo «profesional», ya que el flujo de la comunicación está marcado inexorablemente por la adscripción partidaria, lo «militante», lo «partisan«. Estaríamos en el mundo de la posverdad, donde toda afirmación es cuestionable, donde no existe condiciones de diálogo ya que todo enunciado en definitiva puede no ser cuestionado. Es el mundo Humpty Dumpty – el huevo parlanchín sentado en su muro, donde lo que prima quien es el que da sentido a las palabras del Jabberwocky. Así, no hay enunciado que tenga autoridad a partir de cierto marco de normas producto de un nivel apreciable de consenso ni grupo legítimo que pueda sostener una argumentación: cualquier cosa es falsa y no lo es, ya que no hay patrones consensuados para contrastar lo afirmado. Todo «hecho» puede reclamar la postulación de su «hecho alternativo», casi como una partícula puede tener su antipartícula, poniendo bajo tensión los límites del pluralismo político.

En la Argentina comienza un año electoral. En vista de lo «exitoso» del experimento comunicacional implementado por Donald Trump, no sería extraño el desembarco masivo de sitios que traten de implementar algo semejante en las Pampas. El conflicto reciente en torno al Conicet permitió confirmar que las redes sociales no son paraísos idílicos comunicativos, sino que los grupos organizados están presentes tanto en las redes como en las calles (la asimetría en el uso de Twitter en la Argentina ya fue planteado oportunamente en un artículo de Mariano Ure y Martín Parselis). Por lo tanto, no es de extrañar a que en las discusiones políticas de este año que comienza asistamos a la proliferación de sitios, encuestas, «centros de estudios» y perfiles opacos de redes sociales cuyo objetivo será esparcir «noticias truchas» para descalificar adversarios y empastar el debate político, si es que logramos que este pueda al menos esbozarse.

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En la era de la posverdad quien importa es aquel quien fija las reglas

Polarización Política + Redes Sociales = La Era de la Posverdad

Un reciente artículo de The Economist («Yes, I’d lie to you») pone el foco en la creciente tendencia de los políticos a escindirse de todo critero de verdad. En este sentido, hemos ingresado en la Era de la «Posverdad», como la popularizó el blogger David Roberts. Según The Economist, los políticos tienden a adoptar discursos donde no hay un Otro, una alteridad que los someta a prueba. El razonamiento por tanto se guía por la falacia no formal de petición de principioVladimir Putin y Donald Trump son los ejemplos considerados por el semanario inglés. Al mismo tiempo, hay quienes observan una creciente tendencia a las conspiraciones, fogoneadas por los políticos y aceptadas por los ciudadanos. En este sentido, el artículo en cuestión establece una relación entre esta nueva era política y el auge de las redes sociales. En consonancia con artículos sobre el tema, como el de Ypthach Lelkes, Gaurav Sood y Shanto Iyengar, las redes sociales tenderían a polarizar las opiniones de los electores ya que incurrirían en una actitud hacia las noticias desde una percepción selectiva: los votantes tienden a recibir información que refuerzan sus opiniones previas, no a desafiarlas. A su vez, el uso creciente de robots y trolls tienden a levantar una determinada percepción que favorece cierto estado de opinión, generando seudoambientes a los considerados por Walter Lippmann cien años atrás. Estas perspectivas bloquearían tanto el fortalecimiento de un espacio de lo público, así como la posibilidad de la consolidación de un monitoreo sobre las institiuciones políticas o sociales (accountability). Otros estudios cuestionan esta tendencia hacia la polarización al menos en el plano de la ciudadanía. Tales son los casos como un artículo de Larry Bartels, por un lado, o el de Marty Cohen, Mary C. McGrath, Peter Aronow y John Zaller, por otro; ambos analizan a la sociedad nortemaericana, donde esta creciente supuesta polarización ideológica ya es un área de trabajo consolidada en el plano de la ciencia política y los estudios de comunicación.

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La «verdad» no es un criterio ya a seguir en política en la medida que el discurso crea su propia realidad

Hacia un contrato social con base en algoritmos

La creciente difusión de robots que escriben noticias periodísticas y de la influencia que tienen los algoritmos en la edición plantean nuevos interrogantes acerca del periodismo, la cosa pública y la interacción de las personas en al sociedad. Un artículo reciente del New York Times desafía al lector para que reconozca una noticia escrita por un periodista de otra por un robot: a simple vista no hay diferencia. Konstantin Nicholas Dörr, investigador de la Universidad de Zürich publicó recientemente un paper para hacer un mapeo del campo del periodismo digital. El tema genera un creciente debate sobre el uso y la solidez de los datos que se usan para que los robots redacten las noticias. Por caso, si los datos son sólidos y si el elector tiene acceso a los mismos; si las personas deben tener acceso a qué noticia es generada por un robot; si las características del soft y los algoritmos son abiertos al público o no lo son – algo que afecta particularmente a los medios públicos – ; o cómo es el monitoreo interno del proceso de edición. En definitiva, cuál será el papel de los robots en las noticias que hacen al interés público y por tanto al sistema democrático. Esto genera planteos tanto éticos como políticos. Por caso, Iyad Rahwan, del MIT Media Lab, plantea considerar un contrato social que incluya en el centro la relación entre seres humanos y su producto, los algoritmos. Estos interrogantes van a a ir acercándose al centro de la agenda pública en los próximos años.

Robots Algoritmos Periodismo Ética Política Contrato Social

El papel de los robots en el periodismo es otro de los cambios en marcha