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The Economist afirma que las búsquedas en Google no tienen sesgo ideológico

El 28 de agosto de 2018 Donald Trump escribió un posteo en Twitter afirmando que «… Google y otros están suprimiendo las voces de los conservadores y ocultan las noticias buenas. Controlan lo que podemos y no podemos ver«. Este fue otro planteo más del presidente de Estados Unidos contra el ecosistema informativo-comunicacional del país. Su posición no es únicamente personal. Académicos y líderes de opinión mantienen la misma perspectiva de que los grandes jugadores del campo digital tienen un sesgo hacia posiciones liberales/progresistas antes que favorecer a grupos conservadores. Tal es el caso del psicólogo Robert Epstein ue apoyó esta perspectiva en una columna del diario USAToday. The Economist tomó el guante y trató de comprobar si esto era cierto o no lo era. Para ello diseñó un experimento para indagar si efectivamente el buscador Google tiene un sesgo ideológico. El objetivo de la investigación consistió en contrastar la proporción de resultados de búsquedas de Google de sitios de noticias con un modelo de una predicción estadística de los sitios donde debiera direccionar el buscador desarrollado por los investigadores de The Economist en base a variables como la generación, el alcance y la precisión de las noticias. Aquí dos gráficos de los resultados de búsqueda en base a precisión de los hechos y por sesgo ideológico.

A continuación,  The Economist abrió un browser en Kansas, Estados Unidos, un lugar caracterizado por ser de una ideología de centro, moderada. La contrastación entre los resultados de las búsquedas realizadas por Google y lo que debiera dar según el modelo creado por The Economist muestra que no hubo grandes diferencias entre uno y otro.

Las sobre y subrepresentaciones de algunos medios, según el estudio, están dados porque el buscador de Google promueve los artículos que ya han sido viralizados. Por lo tanto, el motor de búsqueda de Google pareciera no tener un sesgo ideológico marcado. Es necesario remarcar que The Economist es un gran crítico del pael de GAFAM (Google, Apple, Facebook, Amazon, Microsoft) y ha cuestionado duramente las posiciones dominantes de los grandes jugadores digitales.  Finalmente, uno de los participantes del equipo de The Economist, James Tozer, aporta aquí más información sobre la investigación.

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¿Hay en vista regulaciones sobre las redes sociales?

El creciente poder de los gigantes de Internet (Google, Facebook) y redes sociales como Twitter los ubican en el centro de la discusión acerca de su impacto sobre lo público. La declinación de los medios tradicionales, el fenómeno de las así llamadas «fake news«, la polarización política que alimenta «cámaras de eco» (echo chambers) y burbujas informativas, la supuesta ingerencia de Rusia en las campañas electorales de Estados Unidos y de países europeos, son considerados como factores que afectan lo público y amenazan la democracia liberal. Ha resurgido nuevamente el concepto de democracia iliberal (illiberal democracy), término acuñado por el columnista del Washington Post Fareed Zakaria en su clásico artículo «The Rise of the Illiberal Democracy» para designar a regímenes como el de Boris Yeltsin en Rusia o Carlos Menem en la Argentina. En su último número, The Economist le dedica su tapa a la cuestión, además de artículos que tratan el problema. Comienzan a surgir propuestas sobre si debiera existir algún organismo regulador sobre la acción de las redes sociales, ya que asoman dudas sobre si Facebook o Google pueden autorregularse. The Economist y The New York Times ya habían planteado este tema como algo crucial. The Wall Street Journal se suma ahora al reclamo y plantea una causalidad entre la ausencia de regulaciones y la supuesta inteferencia rusa en las elecciones norteamericanas. En este contexto, la FCC (Federal Communications Commission) de Estados Unidos ve con buenos ojos eliminar ciertas restricciones a la propiedad cruzada propias del mundo predigital, como que un propietario de un diario sobre papel pueda acceder a un medio electrónico que ocupe frecuencias del espectro radioeléctrico. Los temas no son menores y generarán debates en los próximos meses.

The Economist vuelve a poner presión sobre Internet

El New York Times y The Economist denuncian como monopolios a los grandes de Internet

La demanda de los medios periodísticos comienza a hacer ruido. The New York Times primero y The Economist después han lanzado el reclamo de denunciar como monopolios a los grandes actores de Internet. En particular, los apuntados son Google y Facebook, quienes son los que atrapan el grueso del ingreso publicitario de los medios informativos. Tanto The New York Times como The Economist han publicado sendos artículos en los cuales sostienen que la situación actual de los gigantes de los datos es similar a las compañías petroleras y las telefónicas a comienzos del siglo XX. Por lo tanto, ambos medios recomiendan implementar regulaciones antimonopólicas que supongan eliminar la condición dominante de tales empresas. Las cuestiones que asoman en el horizonte es el daño a la economía (reducción de a competencia) y a la innovación que generan los monopolios. A esto se suma por parte de las empresas la poca transparencia en la comunicación a los usuarios sobre la disponibilidad de los datos que recolectan. Finalmente, aparece en el horizonte el impacto que tienen semejantes empresas sobre el sistema democrático, en particularpor el uso de algoritmos que orientan el tipo de medios y contenidos periodísticos a ser acercados a los ciudadanos. The Economist propone cambiar la lógica delas regulaciones antitrust, ya que las existentes están fundadas en un criterio «industrial» y están desactualizadas. La presión es fuerte. Se vienen meses donde esta tensión entre los productores de contenidos periodísticos y las empresas de Internet se hará más aguda. Este es sólo un incidente más de un conflicto que se vuelve más profundo.

La tapa de The Economist

Polarización Política + Redes Sociales = La Era de la Posverdad

Un reciente artículo de The Economist («Yes, I’d lie to you») pone el foco en la creciente tendencia de los políticos a escindirse de todo critero de verdad. En este sentido, hemos ingresado en la Era de la «Posverdad», como la popularizó el blogger David Roberts. Según The Economist, los políticos tienden a adoptar discursos donde no hay un Otro, una alteridad que los someta a prueba. El razonamiento por tanto se guía por la falacia no formal de petición de principioVladimir Putin y Donald Trump son los ejemplos considerados por el semanario inglés. Al mismo tiempo, hay quienes observan una creciente tendencia a las conspiraciones, fogoneadas por los políticos y aceptadas por los ciudadanos. En este sentido, el artículo en cuestión establece una relación entre esta nueva era política y el auge de las redes sociales. En consonancia con artículos sobre el tema, como el de Ypthach Lelkes, Gaurav Sood y Shanto Iyengar, las redes sociales tenderían a polarizar las opiniones de los electores ya que incurrirían en una actitud hacia las noticias desde una percepción selectiva: los votantes tienden a recibir información que refuerzan sus opiniones previas, no a desafiarlas. A su vez, el uso creciente de robots y trolls tienden a levantar una determinada percepción que favorece cierto estado de opinión, generando seudoambientes a los considerados por Walter Lippmann cien años atrás. Estas perspectivas bloquearían tanto el fortalecimiento de un espacio de lo público, así como la posibilidad de la consolidación de un monitoreo sobre las institiuciones políticas o sociales (accountability). Otros estudios cuestionan esta tendencia hacia la polarización al menos en el plano de la ciudadanía. Tales son los casos como un artículo de Larry Bartels, por un lado, o el de Marty Cohen, Mary C. McGrath, Peter Aronow y John Zaller, por otro; ambos analizan a la sociedad nortemaericana, donde esta creciente supuesta polarización ideológica ya es un área de trabajo consolidada en el plano de la ciencia política y los estudios de comunicación.

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La «verdad» no es un criterio ya a seguir en política en la medida que el discurso crea su propia realidad

Ave Mark! The Economist analiza el plan estratégico de Facebook

Con una tapa impactante en su ejemplar del 7 de abril de 2016, el periódico inglés The Economist analiza en profundidad el plan estratégico diseñado por Mark Zuckerberg para Facebook. En esto marca difreencias con Google, Microsoft y otros gigantes de la información. Todos aspiran a dominar una inmensa base de datos para luego acaparar publicidad. Por caso, Google maneja datos de tipo macro, mientras que Facebook se concentra en datos personales. En este sentido, el negocio de Facebook apunta a generar chatbots donde se incluyan desde noticias, compras online o reservas de vuelos con un perfil personalizado. Otra tendencia destacada por The Economist es el creciente costo del desarrollo de apps para dispositivos móviles. El modelo de negocio tiende hacia una concentración en pocas plataformas. Viendo este desde el lado sombrío, y con remembranzas a las novelas de Philip Dick, The Economist apunta que Facebook se está convirtiendo en  una especie de «escribano» (The Economist usa el término «authentificator«) de la autenticidad de la vida digital de cada persona al ser su perfil en Facebook la llave de entrada a sitios de noticias, de comercio o de diversos servicios – en esto rivaliza con Twitter – .  Un nicho de negocio es el avance sobre los dispositivos de realidad virtual (la compra de Oculus va en ese sentido)  y de augmented reality o realidad aumentada/incrementada. Ambos se perfilan como un cambio radical a nivel publicitario, comercial, entretenimiento e incluso de noticias.  En cuanto a los millennials, el gran rival en el horizonte de Zuckerberg es Snapchat, de constante crcimiento en ese segmento. También asoma controversial el proyecto de globalizar el acceso a Internet vía el uso de drones, en particular en África. Si esto es presentado por la empresa como una inclusión de países en desarrollo a la hipermodernidad, los críticos establecen la analogía con el discurso imperial francés: la expansión de los ideales de la Revolución Francesa es al mismo tiempo un camino a la dominación.

The Economist 7.4.16 Zuckerberg Facebook Imperial Ambitions Front PageTapa de The Economist del 7 de abril de 2016

The Economist 7.4.16 Zuckerberg Facebook Timeline InfoEvolución de Facebook y de los proyectos de Mark Zuckerberg

The Economist 7.4.16 Zuckerberg Facebook Uso Smartphones Apps USA

Uso de Facebook frente a otras apps en smartphones

The Economist 7.4.16 Zuckerberg Facebook Ingresos

Ingresos de Facebook por región y frente a rivales como Google o Twitter

Alianza de grandes medios informativos en inglés contra Google, Facebook y Twitter

Una primera gran alianza entre medios informativos en inglés de primer nivel a escala global nació para unificar esfuerzos sobre el manejo de publicidad online y pelearle el control de ingresos de anunciantes a Google, Facebook, Twitter y Linkedin. La unión se llama The Pangaea Alliance- remite al supercontinente que existió en la Tierra a fines del paleozoico y comienzos del mesozoico – y está liderada por The Guardian. También incluye a CNN International, Reuters, Financial Times y The Economist. El comienzo de actividad está previsto para abril. Los productores de contenidos empiezan a moverse para poder financiar genuinamente sus medios y mantener periodismo de calidad.

Pangaea Alliance

La primera unión de medios que muy probablemente no será la última

 

En Estados Unidos cae la publicidad en diarios y crece en Internet

Según un material publicado por el periódico inglés The Economist, la inversión en  publicidad en diarios en los Estados Unidos ha caído en picada desde 1980 hasta la actualidad.  La proporción de publicidad invertida en revistas, televisión, cine y radio se ha mantenido relativamente estable. El gran salto se observa en Internet desde 2010 a la fecha.

Video con la evolución de la publicidad en los Estados Unidos